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Grandes Amaestradores de Psiquiatras

¿Se puede descansar sin dormir?

Enero, 2002

Anoche, me metí en la cama poco convencido. Me puse en la boca una Fisherman Friend’s (pastilla fuertemente mentolada) y a oscuras estuve procurando dejarme atrapar por el sueño.

La radio me ofreció tres piezas cortas de música clásica que cupieron casi enteras en la media hora de conexión para la que estaba programada, después se apagó y dejó paso a una noche en la que el silencio de Barcelona sólo era violado, de cuando en cuando, por la sirena tritonal de alguna ambulancia que se dejaba caer por la calle Valencia en busca del Hospital de Sant Pau.

A mi lado, Rosita, ya buceando en aquellas aguas límpidas que están reservadas a los seres justos, desprendía un aroma tibio y tierno.

No sé si favorecía a mis esperanzas de conciliar el sueño haber estado corrigiendo, apenas unas horas antes, La vejez armónica, libro de medicina que, como su nombre anuncia, habla de la tercera edad. Por un lado, el tipo de reflexiones que el tema del advenimiento de la vejez y la muerte suele infundir en una personalidad tan sensible como la mía no eran del tono adecuado a mis pretensiones inmediatas; pero por otro, la circunstancia me brindaba la oportunidad de poner en práctica los consejos que La vejez armónica daba a sus lectores interesados en superar el insomnio:

«El insomnio lleva a preocuparse por el insomnio y sus consecuencias, y esto provoca ansiedad y nerviosismo que mantienen y agravan el insomnio. Por ello, lo primero que hay que conseguir es eliminar el temor al insomnio. Para conseguirlo, es necesario que el insomne se convenza de dos cosas: 1) que el insomnio no produce graves consecuencias, y 2) que se puede descansar sin dormir.»

¿Será verdad que el insomnio no produce graves consecuencias? Me lo preguntaba porque, lógicamente, estos días he estado muy preocupado pensando en Argentina. En primer plano, me inquietaba la situación de mi familia y amigos queridos: salvo dos o tres, ninguno de ellos está hecho del material de los avisados, de los que convierten a tiempo sus pesos en dólares, y todas las alarmas internas me advertían que la catástrofe tenía que ser total. El hecho de haber recibido muy pocos mails –algún Felices Fiestas tecleado en una tipografía temblorosa– me induce a creer que la demora se debe a un inventario escalofriante que no termina de cerrarse.

¿Se puede descansar sin dormir? Porque, en segundo plano, se desplegaban unas imágenes que había visto por televisión: Una gran explanada. La nave de un supermercado. ¿Productos Marolio? (¡Qué óleo!) Como la explanada es grande, el contenido del camión, que acaba de ser descargado, parece una montañita pequeña. Consiste en productos alimenticios: galletitas Merengada, yerba La Hoja, polenta Mágica (en 1 minuto). Porque la dirección del supermercado, ante la situación de emergencia alimentaria en que se encontraba la población, había decidido realizar un reparto gratuito. Entonces sí, dejan pasar a la gente, son por lo menos diez mil, invaden la explanada, cabecitas y cabecitas, apretados. Se ve a la multitud más de cerca, se individualiza a algún componente de la masa, en este caso una argentina joven con una nena en brazos, le veo bien los ojos, y veo bien los ojos de la nena, ¿se puede descansar sin dormir?, y los productos alimenticios desaparecen en un santiamén.

¿Y si —me decía—, sin dejar totalmente de lado los consejos de La vejez armónica, probara otra cosa?, ¿rezar, por ejemplo?, ¿acaso no soy exalumno de Don Bosco?, pedirle a la Virgen María que ruegue por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén, o a Dios, para que venga de una vez a nosotros su reino, es decir que el imperio multiestelar decida por fin recalificar este barrio de nuestra galaxia, y lo convierta en un shopping a su gusto, … y muy especialmente lo del «pan nuestro de cada día» porque somos muy frágiles.

... y no nos dejes caer en la tentación de ir a la cocina, cachar la olla a presión y mi cucharón salsero, abrir la ventana y decirle a esta Barcelona a cero grados, a esta noche cuyo silencio sólo es violado, de cuando en cuando, por la sirena tritonal de alguna ambulancia que se deja caer por la calle Valencia en busca del Hospital de Sant Pau, ponerme a golpear la olla a presión con el cucharón salsero y gritar bien fuerte que… Si cayera en la tentación, claro. En ese caso, Rosita me pediría mañana un volante para el psiquiatra.

Tengo que admitir, sin embargo, que siempre termino durmiéndome. En mi último recuerdo de despierto, o primero de dormido, estaba contando pesetas en euros, parecido a lo de las ovejitas que saltan la verja.

Que tengas un buen año.

7 comentarios

Mamerto Sócrates -

Yo descanso el día que me canso.
Porque, si no me canso,
¿qué sentido tendría el descanso?

Y si me canso y no descanso,
¿para qué habría guardado
el día de descanso?

Si dijera que me canso
y tuviera guardado
un día de descanso,
ese día, ¿qué sería?

Está claro:
ese día
sería un ganso.

Leonor Gafas -

¡Qué va! No llega ni a travieso.

CHRISTIAN -

LO QUE HACES ES SATANICO

Emanuel Federico Sotelo -

Saludos Jorge!!!
Mar del Plata, mayo 2006.

mayk -

la verdad me interesa saber el concepto de los iluminatis que desean cuales son los propositos que piensan

Vernieri -

Gracias, amigo, por tu visita.

manocruel -

querido vernieri,

es un verdadero placer volver a encontrarme con este texto.

saludos