No más de veinte pelotitas de espejo
A Mariana
Confiado en experimentar un sueño lúcido, siempre me prometía que la siguiente vez que soñara que estuviese soñando procuraría tomar el timón de mi sueño.
Llegada la hora una noche, Rosita (que a mi lado iniciaba un sueño normal) se convirtió en una burbuja rosada que emitía una luz suave y se alejó a velocidad constante como atraída por una especie de ciudad lejana, una ciudad hecha de luces de todos los colores y dimensiones, colocadas en el espacio como respetando un orden.
Yo me había convertido en no más de veinte pelotitas de espejo, que reflejaban un universo infinito de color azul marino y sin estrellas, por lo que las pelotitas (yo) eran invisibles.
Podía, sin embargo, desplazarme en cualquier dirección: mi voluntad (que residía en algún lugar del vacío entre todas las pelotitas) iba primero, y ellas, describiendo siempre diferentes y hasta a veces caprichosas trayectorias, terminaban siguiéndome.
Fui de aquí para allá extasiado con la sensación de ser dueño de una libertad infinita, hasta que algo me hizo aprender que, aún en esa inmensidad, no estaba solo: otras veinte pelotitas de espejo, que reflejaban también ese universo infinito de color azul marino y sin estrellas (y también a mí, a mi invisibilidad), gobernadas por una voluntad femenina (lo intuí por la cadencia con que se movía en el éter), se mezclaron, combinaron, entreveraron, complicaron, confundieron y promiscuaron conmigo.
Pero el juego pronto nos aburrió (a ella antes que a mí) y nos alejamos en pos de destinos diferentes.
Fue entonces cuando me desperté, tal vez porque había terminado de recibir el mensaje del sueño:
El amor no puede ser hecho fuera de este mundo.
7 comentarios
Vernieri -
Leonor Gafas -
AVISO
La palabra "onirología" no está en el Diccionario.
Se lo notifico por su bien. Reciba mis saludos
Leonor Gafas -
Vernieri -
Leonor Gafas -
Vernieri -
Leonor Gafas -