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Grandes Amaestradores de Psiquiatras

Abducción (el post)

Abducción (el post)

Parece mentira, si sabemos lo grande que es el universo (para no hablar del pluriverso, que es la hostia), cuántos millones y millones de galaxias lo componen, cuántos billones y billones de estrellas de todos los colores hay en esas galaxias, cuántos trillones y trillones de sistemas solares albergan planetas como el nuestro y cuántas sucursales de la Caixa están distribuidas en cada uno de los mismos… ¿por qué la gente me mira con esa cara de «cierra la boca, fantasmón» cuando le cuento que fui abducido por una nave extraterrestre en la que media docena de alienígenas del sexo femenino me hicieron «cositas»? Si continuamos con tanto escepticismo, tanta incredulidad, tanta actitud displicente ante los misterios del cosmos, esta humanidad materialista la tiene cruda.

Volvía a mi casa contento en mi Mobilette Cady una noche oscura y tenebrosa de diciembre por una carretera comarcal cuando, de repente, mi vida cambió. Saltándose un stop, un objeto volador no identificado (tenía matrícula de Tenerife) aterrizó frente a mí cerrándome el paso. «Tranquilo, Paco –me dije–, deben ser mormones, ni los mires», pero al instante se abrió una portezuela en el vehículo –en realidad, se desenroscó como un tapón de Xibeca– y del interior brotó una luz halógena que me encandiló. Comencé a sentir un cosquilleo en las ingles y, cuando estaba a punto de perder el conocimiento, percibí como si algo me abdujera.

Desperté casi desnudo (en calzoncillos, más precisamente), acostado en una camilla instalada en el centro de una habitación circular de paredes metálicas con ventanas redondas cubiertas por unas simpáticas cortinillas color lila. A mi alrededor, se arremolinaban unos seres blanquecinos, delgados, calvos, de ojos triangulares negros y brillantes que me escudriñaban con curiosidad. Observándolos un poco mejor, pude deducir que pertenecían al sexo femenino; lo deduje por la suavidad de sus formas, por la delicadeza de sus movimientos y porque en toda la superficie del recinto se amontonaban bolsas y bolsas de Ikea. A pesar de su extraña apariencia, no eran feas… un poco chatas por delante, tal vez.

–Vení para acá, papito –me dijo telepáticamente la voz voluptuosa de uno de esos seres–, tenés que hacernos un favor a cada una. Somos del planeta Soso, en la constelación Blandín. Nuestra civilización es mucho más avanzada que la de ustedes, y eso tiene ventajas pero también desventajas: electrodomésticos… todos los que quieras, pero los sosianos del sexo masculino sufren un proceso irreversible de descafeinización, por lo que nosotras tenemos que buscarnos la vida vagando y vagando por el espacio estelar. Te elegimos a vos, porque sabemos que sos webmaster de un medio de comunicación muy frecuentado, para que des testimonio al mundo de nuestra visita y porque, con la hora que es, no pudimos encontrar nada mejor.

Por respeto a las damas que leen este artículo, no abundaré en pormenores sobre lo que vino a continuación. Sólo les diré, para presumir (¿presumir?, ¡qué lapsus!), para resumir, que, entre las seis, me abdujeron, me abdujeron y me abdujeron hasta dejarme seco como un alfeñique. Al final, me dieron un papelito con el número nueve para que retirara la moto y pusieron rumbo nuevamente en dirección al firmamento.

La carretera comarcal volvió a quedarse a oscuras, y yo, sentado en el arcén, agotado, no dejaba de reflexionar sobre la peculiar experiencia de la que había sido protagonista. Fue entonces cuando, desde lo más profundo del éter, volví a escuchar, también telepáticamente, claro está, la voz de la extraterrestre que me decía:

–Otra cosa: No te olvides de transmitir a todos los lectores y a todas las lectoras de Grandes Amaestradores de Psiquiatras que es el más sincero deseo de la humanidad que puebla el planeta Soso que pasen una muy feliz Navidad y que el 2007 los preñe de todo tipo de bienes materiales y espirituales.

Modestamente, creo haber cumplido con el encargo.

Mensage del Masayá

4 comentarios

Leonor Gafas -

¿"Cosquilleo en las ingles"? Eso no es abducción, son ladillas. Lávese y reciba un beso grande grande.

isabelbarcelo -

Pues dentro de poco a lo mejor no hace falta ni ser abducido para tener una experiencia así. Creo que los del planeta Soso no son los únicos varones que se han descafeinado... Besos sin segundas intenciones.

marcos -

FELIZ 2007!

el malvado ventrílocuo -

Ja, ja, ja, me he inchao de reir. Espero que las ninfómanas espaciales esas tomaran precauciones, porque lo mismo tienes ahora tres churumbeles escribiéndoles cartas a los Reyes Magos desde Casiopea (eso queda cerca de Tenerife, creo). Un saludo. Muy ingenioso tu blog.