Círculo vicioso
Entonces… ¿me estimas?
Estimo que sí; pero, di: si me estimas, ¿por qué no te arrimas a mí?
¿Será, acaso, porque no te animas?
Yo te estimo, ¡claro que sí!, y porque te estimo, estimo que debo arrimarme a ti.
Pero no me arrimo porque, al ver que no te arrimas, no sé si me estimas, no me estimas o me estimas pero no te animas a arrimarte a mí.
Y entonces (aunque te estimo) quisiera arrimarme a ti pero no me animo, y al final no me arrimo.
Si me estimas, deberías animarte a arrimarte a mí y romper este círculo vicioso.
De manera que yo, al ver que tú te animas y te arrimas, me anime y me arrime a ti, en lugar de permanecer ocioso.
¿Lo estimas juicioso?
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